domingo, 28 de abril de 2013

Tener memoria en este caso es esencial; siempre que quiero sentir placer recurro al recuerdo. 

Del sudor en tu piel, 
de la calidez de tus manos, 
de las caricias y los besos apasionados, 
de cómo me retorcía en contacto con tu aliento 
y de cómo temblabas sobre mi cuerpo.

sábado, 27 de abril de 2013

Quiero que hablemos de sexo. Ayer me decía un amigo que una mujer que busca a un hombre para tener sexo es una entregada o una rápida, en pocas palabras una zorra puta. En seguida intenté explicarle que porque en nuestra sociedad una mujer que posee un gran apetito sexual es mal vista, no significa que lo que hace esté mal. Veo el deseo sexual como algo natural en cualquier hombre y mujer, pero esta última es censurada por una mirada machista, sin poder dejar al descubierto lo mucho que disfruta de coger como cualquier tipo y sin ser vista como una atorranta. Me acordé de una escena excelente de American Horror Story: Asylum, donde Shelley "la ninfómana", le describe al doctor cuando tuvo un orgasmo por primera vez y cómo le gustó y después de ser insultada por él, le grita "A los hombres les gusta el sexo y nadie les dice putas". Es tal cual, es exactamente eso. Lo que sí no creo que esté bueno es perder nuestro carácter de humanos civilizados y no animales en celo. Una vez llevados por la lujuria podemos actuar hasta salvajemente y perder nuestra humanidad. Yo creo que no hay que dejarla de lado y tenemos que respetarnos como personas además de seguir nuestros impulsos naturales libidinosos (por ejemplo, me refiero a que la sexualidad debe ser algo privado, no es necesario exponerla).
Otro amigo me dijo que un hombre queriendo y buscando sexo es por desesperado y una mujer queriendo sexo es genial. Él cree firmemente que una mujer decidida y que disfrute tanto como él es admirable y que hay que saber apreciarla y aprovecharla, sin en ningún momento desvalorarla. Me dijo que yo soy como un hombre en cuanto a cómo pienso con respecto al sexo y a disfrutarlo sin tabúes ni trabas, que es muy bueno que piense así porque puedo relacionarme sin culpas y sin miedo a que me juzguen, y sobre todo, sin presionar al compañero sexual, que es tan liberal como yo y sólo busca divertirse poniéndola. 
Me pregunto, ¿no puedo ser como una mujer y aún pensar así? Ojalá yo tuviera pija y la pudiera andar poniendo sin que la gente piense que soy ninfómana, adicta o puta.

viernes, 19 de abril de 2013

I dream awake about what I can't dream while I'm sleeping, because you could never be subconscious as you are always on my mind.

To miss or to feel. That is the question(?)

Entré sin prisa y logré sentarme. El subte no estaba lleno como acostumbraba a verlo. Me acomodé el vestido que se había subido un poco y me até el pelo en un rodete: el calor cuando sube gente es insoportable. Subí el volumen y me sumergí en la música cerrando los ojos. Me gusta menear la cabeza  siguiendo la guitarra, mover los dedos según los tonos del bajo y los pies al ritmo de la batería. Me despertó de mi pseudo- sueño su perfume. Busqué con mi mirada desesperada por encontrarlo, pero no sabía la dirección de la que venía las notas. Me encontré mordiéndome las uñas con el corazón latiéndome en la garganta y las piernas inquietas. No quería tener que verlo nunca más, pero ahí estaba, a segundos de cruzarmelo y tener que mirarlo con la cabeza en alto y una sonrisa respetuosa, que era lo que se merecía. En una inhalación más me di cuenta que estaba equivocada, estaba más cerca de lo que pensaba. Mi cara debió delatar lo asustada que estaba al verlo porque el chico me miró preocupado. Reaccioné sacudiendo la cabeza y sonriendo avergonzada y a él se le dibujó una sonrisa. Parecía no ser mucho mayor que yo, pero la barba de varios días lo hacía ver más adulto. Miré a mi izquierda  a lo lejos, disimulando el rubor en mi cara mientras él se acomodaba en el asiento de al lado. Ese perfume penetraba quemándome la nariz y revivía todos los sentimientos que me produjo su dueño. ¿Qué estaría haciendo en ese momento? ¿Estaría con ella? Qué hermosos que son juntos, qué feliz que se ve ella, que enamorado está él. Juraría que por más profundo que él durmiese estando con ella no la suelta. Seguro hasta debe quedarse despierto para verla mientras duerme. Cuánto extrañaba el calor de alguien de ese modo, qué presente estaba el recuerdo de cuando solía sentirme así. Pero no se trataba de él esta vez; era su perfume trayendomelo desde la piel de alguien más. 
Me puse el mechón de pelo que me tapaba la vista detrás de la oreja y lo miré de reojo: me estaba mirando con curiosidad mientras masticaba un chocolate con maní. Desvié la mirada tan rápido que fue ridículo y ambos nos reimos en silencio. Él empezó a toser cada vez más fuerte y soltó el chocolate sobre su regazo para buscar una botella que estaba en el bolsillo del costado de su mochila. Yo me di cuenta que lo estaba mirando directamente y ya no podía disimularlo así que le pregunté si estaba bien. Con el rostro colorado y acomodandose la voz como pudo, asintió. Su botella estaba vacía, por eso saqué la mía de mi cartera y se la ofrecí con la sonrisa más amplia que pudo escaparseme. Me agradeció y se terminó el agua de a sorbos cortos, casi como intentando alargar el tiempo que podía tomarle hacerlo. Durante los siguientes quince minutos todo fue incómodo. Mis manos no dejaban de moverse y no sabía si dejarme los auriculares puestos o no. Podía sentir que él me miraba pero no estaba segura de cómo iniciar una conversación. Ni hablar del bendito perfume que se sentía con fuerza mezclado con el olor de su piel, ya que el vaho había comenzado a hacer su trabajo por la cantidad de cuerpos apretados alrededor nuestro. Tenía ojos celestes y una mirada sincera y serena; sus labios estaban siempre encorvados en una sonrisa tímida que no supe jamás si podía o no retener, o si lo hacía por educación, porque yo le sonreía como idiota. 
Una voz de mujer anunció fuerte mi parada y en medio de la sorpresa sólo alcancé a tomar mi cartera, levantarme y caminar a la puerta sin mirarlo una vez más. Una vez afuera, mientras acomodaba mis auriculares nuevamente en mis oídos lo busqué y no pude encontrarlo. Atontada caminé hacia la salida arrastrando los pies. ¿Por qué sentía que había perdido una especie de oportunidad? Si tenía que pasar, tendría que haber pasado. Aún así sentía algo parecido a desilusión en mi pecho. Pasé el molinete, llegué a las escaleras mecánicas entre la multitud de gente y subí el primer escalón. Una mano se apoyó en mi espalda suavemente; me di vuelta para encontrarlo mirandome sonriente de nuevo, con ese perfume embriagador que palpitaba en mi nariz. Metió la otra mano en su bolsillo y sin decir nada me ofreció un chocolate, de esos rellenos de una pasta sabor frutilla. 
Se bajaba en la misma estación que yo y me había visto mirando los chocolates en el kiosko subterráneo varias veces mientras esperaba. Él solía subirse a los primeros vagones, lejos del que yo me subía, pero dijo que había decidido acercarse la última vez que me encontró tarareando una de sus canciones favoritas. Me invitó a tomar algo no muy seguro de que fuera correcto; aún así fuere acepté con ganas. Pasamos una hora juntos y me pidió disculpas de antemano por si lo que fuera a hacer o decir llegaba a molestarme en algún momento, pero cuando luego de acompañarme a mi parada de colectivo se me acercó y me dio un beso, no tuve queja alguna. Su boca sabía a cacao y su barba me hacía cosquillas en el mentón. Nuestros anteojos se golpearon un par de veces y ambos decidimos guardarlos. Al subir al vehículo y verlo alejarse volví a sentir el perfume. Esta vez era su perfume el que había quedado impregnado en mi ropa, y el que por un tiempo iba a recordarme ese casual encuentro que me hizo sentir especial de nuevo. Cuando volvieramos a vernos sentiría esas cosquillas en mi interior, ese calor intenso en el borde de mi piel, la emoción de conocer a alguien nuevo que te desea y te busca. Sonreí de placer una vez más: ya no extrañaba, estaba sintiendo de nuevo.

miércoles, 10 de abril de 2013

¿Por qué se me vendrá todo el amor de golpe cuando me siento triste, y te siento lejana? 
Neruda

viernes, 5 de abril de 2013

miércoles, 3 de abril de 2013

Quiero.

Quiero que me enseñes, quiero conocer lo que mejor sabés hacer. Si tu voz fuera caricias ya estaría extasiada, llena de un orgasmo de palabras. Escenas perdidas de películas de terror antiguas, canciones sobre pasión y deseo y una lista de tus bebidas favoritas. Quiero que nos sentemos y me cuentes, quiero que me hables sobre tu vida, tus deseos, tus sueños y lo mucho que te intriga la muerte.
Quiero que te animes a tomarme de la mano y que no la sueltes luego de cruzar la calle, que cuando quieras que te preste atención la presiones un poco y me traigas hasta vos cuando sientas ganas de abrazarme.
Bailemos con canciones jamás bailadas, despeinate conmigo y hagamos el ridículo. El bajo hace saltar mi corazón, las cuerdas como látigos golpean marcando los matices del sonido. Lo siento en mi estómago y se desliza hacia mi pelvis. Tentados nos acercamos, nos sentimos acelerados. Cerca pero nunca lo suficiente. Quiero tu cuerpo sobre el mío balanceándonos mientras la música nos guíe. La libertad es nuestra, no pares, sabés cómo me siento. 
Ven y gastate conmigo despacio, con besos que saben a queso cheddar y nachos. Sedientos nos buscamos con suavidad respirando ese aire cada vez más denso por la calidez entre nosotros y las sábanas que nos envuelven. El metal en tu lengua se siente frío sobre mi piel y me estremezco ante su jugueteo. Quiero que lo hagamos con ritmo y armonía, quiero besos en el cuello y firmeza en tus movimientos. Brazos fuertes, nalgas apretadas, labios húmedos, gusto salado y olor a vos pegado en mi cuerpo. Un remolino de emociones dentro nuestro y aliento supurando sentimientos; el fuego está en tus ojos y este caos define la imaginación. 
Quiero que juguemos a que nos queremos y que queremos lo mismo.

lunes, 1 de abril de 2013