En momentos como estos es que recuerdo cómo se sentía que alguien me cuidara y protegiera. Extraño que me abracen con brazos fuertes y tocar esa espalda que me sostiene como una pared de ladrillos cuando estoy débil. No tuve a alguien así cuando peor estuve y lloraba por las noches recordando el calor de alguien que ya no quería dármelo. Decidí ser fuerte por mí misma y agradecer a los que sí estaban, que me apoyaban y daban cariño en ese momento, pero nunca nada se comparó con la idea de tener a una persona que te ama y de la que estás enamorada al lado. Que te cree hermosa a pesar de la palidez, de la languidez y del cansancio reflejado en tu cuerpo. Que te cree sexy sin maquillaje y en pijama, y que te admira por ser fuerte y tener tanta voluntad. A pesar de no tener nada de eso, mejoré y mejoro cada día un poco, pero admito que un beso y una caricia serían remedios muy eficaces para mi tratamiento.